Laura Ferrero en Cooltural Plans

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Laura Ferrero escribe con el corazón sobre la mesa, aunque su mirada tranquila y su sonrisa tímida parecieran decir lo contrario. Disfrutamos con la autora barcelonesa de una velada en la Galería de arte Ponce y Robles de la mano de Cooltural Plans.

Origenes de Cooltural Plans

Cooltural Plans nació en 2015 de la mano de las periodistas Violeta Dávila y Patricia Villalobos como una proyecto donde, según ellas mismas, “integramos cultura, vida social y gastronomía en planes de cine, arte, fotografía, música, política, literatura…”.

Laura Ferrero empezó a leer “por curiosidad y aburrimiento” en los largos veranos con los abuelos en un pequeño pueblo de Cataluña, y en algún momento sintió la necesidad de escribir. La novela que escribió a los quince años y nunca vio la luz, y que descansa en algún rincón de su casa no se imaginaba que, un día, Laura se lanzaría a la piscina de la autoedición para que “Piscinas vacías”, su primer libro de relatos, se colocase entre los treinta más vendidos de Amazon en la primera semana.

El evento con Laura Ferrero

El pasado miércoles 2 de febrero, paladeando una copa de Portia Prima, de Bodegas Portia, y disfrutando de los cuadros de la exposición de Algo de Jaime, Laura nos habló de “La gente no existe”, su último libro, también de relatos, publicado en enero de 2021. Defiende el relato como un género sanador porque “para la cabeza es muy bueno terminar cosas, y con los relatos vas terminando cosas”. Laura, que estudió Periodismo y Filosofía, nos contó que “lo más inútil” (estudiar Filosofía) era lo que más le había servido en la vida porque le había enseñado a pensar, a plantearse las cosas. Se inspira “en cualquier instante, porque ahí ocurren muchas historias”. Para ello, dice:

hace falta mirar, que te guste mirar, y que no tengas prisa. El enemigo de la literatura es la rapidez”.

Laura escribe, y acaricia el alma de quien la lee. Las relaciones personales, los vínculos, qué nos une a la gente y qué nos termina por separar de la gente son temas recurrentes en su literatura. Hay quien la tacha de triste, hay quien la califica de cursi. Pero Ferrero es luminosa, y reivindica “la ternura, que no es cursilería. La ternura es como muda, la cursilería es ruidosa”. Defiende que “cuando nace una escritora en la familia, la familia se termina”, y eso más bien tendríamos que preguntárselo al protagonista de “Mi padre en Atocha”. Pero no. Leer a Laura Ferrero es como un abrazo desde las primeras frases, un manto cálido que te envuelve y te acaricia, te sana, te salva.

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